UNA MIRADA A LA EDUCACIÓN DESDE LA DIVERSIDAD
Una de las características básicas de nuestra sociedad es la pluralidad. Vivimos en una sociedad en la que confluyen diferentes tradiciones, culturas, lenguas, formas de organización y prácticas sociales, creencias y valores que coexisten e interaccionan entre sí, aunque no siempre de forma pacífica.
El proceso de globalización que se vive actualmente, ha contribuido a revitalizar e incrementar la diversidad en el planeta, poniendo en manifiesto que ya no se puede hablar de diversidad solamente en el plano de las etnias o de las religiones, sino también en aquello que se ha denominado “minorias representativas”.
Nuestro medio social es plural y diverso, no solamente por la presencia de rasgos sociales o de creencias religiosas, sino también por la presencia de múltiples formas y prácticas sociales, creencias y valores que emergen de forma diferente dentro de una misma cultura. La realidad a la que aludimos cuando nos referimos a la diversidad suele ser una noción que refleja una variedad de significados e intereses.
El término de diversidad como etnoeducación se asocia a:
• Multiculturalismo
• Interculturalidad
• Coeducación
• Minorías étnicas
• Minorías religiosas
• Minorías sexuales
• Necesidades educativas especiales
Educar para la diversidad, es intentar desarrollar aptitudes y comportamientos cooperativos, solidarios y plurales, propiciar pautas de aprendizaje en la que intervengan todos los implicados en un proceso educativo independientemente de su sexo, raza o cultura, convirtiéndose en un principio y una meta, pero también en un camino y un proceso. En otras palabras, se trata de abordar la diversidad como un punto de partida, pero también se llegada. (Sáez Carreras, 1997:30)
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