sábado, 28 de mayo de 2011

FELIZ DÍA A TODAS LAS MAESTRAS JARDINERAS !!!




"A veces creemos que lo que hemos logrado es solo una gota en el océano.
 Pero sin ella, el océano estaría incompleto." 


                                                       Madre Teresa de Calcuta.

miércoles, 25 de mayo de 2011



¿Por qué no sirven las experiencias de los demás para conducir eso a un plano más alto, más acorde con la sociedad y con los hombres? ¿Resulta siempre peligroso abrir los ojos a alguien para que se encuentre con la verdad?
                             
                                                                   Leticia Cossettini

                                                        


Diversidad y discriminación: dos términos “juntos, pero no revueltos”.

“Hacer unidad en la diversidad”

Conscientes de que en muchos casos, la diversidad conduce a la discriminación, queremos establecer brevemente los puntos de conjunción y diferenciación que existen entre ambos términos, como una manera de ordenar nuestro pensamiento y orientarnos al estudio de la diversidad pero se, sin mezclar teorizaciones que puedan confundirnos.
Ya señalábamos, a través del pensamiento de Saez Carreras (1997) que la diversidad apunta a la variedad de estados situacionales que provocan – en el caso de la escuela – un “nicho pedagógico” heterogéneo: niños y jóvenes de diversas razas, religiones, niveles socioeconómicos, estados psicológicos, estilos y ritmos de aprendizaje, etc.

La diversidad, nos hace tomar conciencia que no se puede llevar un proceso pedagógico pensando en un grupo-curso homogéneo, donde todos deben, necesariamente, aprender lo mismo, en cantidad y calidad.

Los profesores sabemos “desde siempre”, que eso es así, pero desgraciadamente, no tomamos conciencia de ellos, al exigirle a los alumnos y alumnas en las tareas y en el proceso evaluativo.

Distinta es la discriminación, la que, según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es equivalente a distinguir y a separar. Según Abraham Magendzo y Patricio Donoso, la capacidad de discriminar a sido estimada como una habilidad importante del intelecto. Nos dicen: “El mundo se volvería enteramente caótico si no tuviéramos la capacidad de distinguir una cosa de otra.” (2000:14)

Agregan además que se discrimina cuando se hacen distinciones, exclusiones, restricciones o preferencias con el propósito de menoscabar o anular los derechos fundamentales de las personas.

La Declaración Fundamental de los Derechos Humanos (1948), al sostener como premisa fundante que todos los humanos, hombres y mujeres, no importando el contexto en que viven en el mundo, nacen libres e iguales en dignidad y derechos, está sentando las bases por un lado para rechazar y erradicar todo tipo de discriminación, y, por el otro, para salir en la defensa de cualquier manifestación discriminatoria. Este principio, enmarcado en la ley natural, es absolutamente congruente con los postulados de la antropología cristiana, que tiene como supuesto la concepción del hombre como Imago Dei (Imagen de Dios).

Por otro lado, tanto en la experiencia social en general como en la sala de clases, sabemos que existen dos tipos de discriminaciones: la positiva y la negativa, sometiendo permanentemente a los seres humanos al juego de la aceptación y el rechazo social.

El vínculo con la llamada diversidad escolar, está por tanto, establecido en las formas o modalidades de trato, que los profesores damos a los alumnos, según los percibamos como: destacados o “brillantes” o “flojos” o “porros”.
A veces, en algunos contextos socioafectivos, la diversidad se genera artificialmente cuando discriminamos a los alumnos y alumnas por su origen social, sus limitaciones físicas o psíquicas, o por la clásica y manida práctica de la “buena o mala barra” que perciben los alumnos en las relaciones interpersonales con sus profesores.
En los actuales procesos de integración de minusválidos al sistema escolar regular, se ha advertido, desde su aplicación en Chile, allá por los años ochenta, una incipiente discriminación en la diversidad. Nos ha sido común
escuchar la expresión malhumorada de algunos profesores que dicen “esta escuela no es un reformatorio ni un centro de terapia”.

Justificada o no, esta reacción es la mejor expresión de los lazos negativos que unen diversidad con discriminación.
Siguiendo a los autores, Magendzo y Donoso, (2000) en el tema de la discriminación social, ellos nos hablan de la existencia de dos tipos de individuos y/o grupos:

• Los “agentes” o miembros de un grupo dominante que integran un endogrupo o de “aceptados”, y
• Los “tarjet” o miembros de un exogrupo, o de “rechazados”

Por lo general, los “target” no están conscientes que no son miembros de los grupos dominantes o agentes, ya que tienen el privilegio de percibirse como personas y no como estereotipos.

Sin embargo, cuando toman conciencia de ello, su autoestima desciende bruscamente, llegando con facilidad a la automarginación.
En el plano educativo, podemos señalar que muchos de nuestros alumnos desertores, han llegado a tomar esta determinación por la conciencia de sentirse “target” ya sea por sus compañeros como por sus profesores.
Resaltar lo negativo y comparar: la discriminación reactiva de los profesores ante la diversidad.
Según los estudiantes, la discriminación entre iguales, es decir entre estudiantes, se materializa principalmente en el acto de molestar, en los sobrenombres o “etiquetas”, en el “pelar” y en la lástima, mientras que la discriminación entre profesores hacia los alumnos, se materializa en el acto de resaltar una característica o condición de los jóvenes y de realizar comparaciones entre alumnos y alumnas.


Estos piensan que los profesores discriminan cuando emiten los siguientes juicios: “Eres un vago”, “no creo que llegues a la universidad”, “nunca serás como tus demás compañeros, ellos sí que llegarán lejos”, etc.

Como ya sabemos, los actos discriminatorios están asociados a sentimientos, tanto en el lado de los que discriminan como del lado de los discriminados.

En el caso de los alumnos, los principales estados afectivos ante la discriminación se expresan en:
• Malestar
• Rabia
• Soledad
• Humillación
• Impotencia para actuar
Estos estados afectivos, provocan a su vez, reacciones comportamentales como las siguientes:

• Aceptación resignativa (lo que implica a la vez, pérdida de la autoestima y de la asertividad social).
• Agresividad (manifestada en una actitud contestataria y en agresión física y psiquica.
• Buscar aliado
• Etc.

De acuerdo con lo planteado hasta aquí, la diversidad pareciera ser la fuente de la discriminación, y ésta (la discriminación) la consecuencia natural de la no aceptación de la diversidad. Por lo tanto, ambos términos se intersectan en la práctica pedagógica provocando una mala oferta educativa en un establecimiento.

Si nos situamos en el contexto escolar, nos damos cuenta que, si bien es cierto, el discurso oficial de los Ministerios de Educación, explicitan la atención preferencial a la diversidad, paradójica y lamentablemente, las prácticas escolares no son muy coherentes con el discurso reformista. Se trata en realidad de un producto que no se vende completamente en los establecimientos educacionales, aduciéndose múltiples obstáculos.
Lo cierto es que en la praxiología docente se homogeneiza, se uniformiza, se destierra la igualdad, se incita a la competitividad y al individualismo, aislando, incomunicando, imposibilitando el diálogo y el enriquecimiento mutuo CON y DESDE la diversidad.

En esta oportunidad, en que algunos docente con mucho acierto han creado un espacio de reflexión sobre su proceso educativo, me he atrevido a plantear el tema, como una propuesta al diálogo y a la discusión desde nuestra propia necesidad y sobre nuestro propio abordaje al tema de la diversidad.
Mi propuesta apunta a una reformulación de nuestra práctica pedagógica, y a repensar nuestra intencionalidad educativa, haciendo convivir el aprendizaje de saberes oficiales con la integración de saberes y competencias personales.
Busquemos fórmulas para “hacer unidad en la diversidad” tolerando las realidades personales y los modos singulares de entender la realidad.

LA DIVERSIDAD EN EL AULA

UNA MIRADA A LA EDUCACIÓN DESDE LA DIVERSIDAD

Una de las características básicas de nuestra sociedad es la pluralidad. Vivimos en una sociedad en la que confluyen diferentes tradiciones, culturas, lenguas, formas de organización y prácticas sociales, creencias y valores que coexisten e interaccionan entre sí, aunque no siempre de forma pacífica.
El proceso de globalización que se vive actualmente, ha contribuido a revitalizar e incrementar la diversidad en el planeta, poniendo en manifiesto que ya no se puede hablar de diversidad solamente en el plano de las etnias o de las religiones, sino también en aquello que se ha denominado “minorias representativas”.
Nuestro medio social es plural y diverso, no solamente por la presencia de rasgos sociales o de creencias religiosas, sino también por la presencia de múltiples formas y prácticas sociales, creencias y valores que emergen de forma diferente dentro de una misma cultura. La realidad a la que aludimos cuando nos referimos a la diversidad suele ser una noción que refleja una variedad de significados e intereses.
El término de diversidad como etnoeducación se asocia a:

• Multiculturalismo
• Interculturalidad
• Coeducación
• Minorías étnicas
• Minorías religiosas
• Minorías sexuales
• Necesidades educativas especiales
Educar para la diversidad, es intentar desarrollar aptitudes y comportamientos cooperativos, solidarios y plurales, propiciar pautas de aprendizaje en la que intervengan todos los implicados en un proceso educativo independientemente de su sexo, raza o cultura, convirtiéndose en un principio y una meta, pero también en un camino y un proceso. En otras palabras, se trata de abordar la diversidad como un punto de partida, pero también se llegada. (Sáez Carreras, 1997:30)